- Utilizar un lenguaje claro y conciso. Dejar fuera los circunloquios, párrafos largos, oraciones subordinadas interminables y retóricas innecesarias
- Trasmitir ideas simples comprendidas por todos. No utilizar frases enrevesadas o complicadas. Huir de los tecnicismos.
- Evitar frases hechas, muletillas y latiguillos.: evidentemente… en realidad …. bueno… la verdad es que … este … hummm … eeeh
- Utilizar con cuidado adjetivos y adverbios. Cuanto más se usan menos resultado producen. Pocos, pero impactantes.
- Decir al principio lo más importante. No divagar con introducciones que no dicen nada. Ir al grano desde la primera palabra.
- Recurrir a ejemplos, usar analogía sobre todo para aclarar ideas difíciles.
- Dar sólo las cifras imprescindibles. Usar cuadros explicativos. No bombardear con cifras.
- Mantener la serenidad y la tranquilidad en las declaraciones públicas. No precipitarse. No perder la calma. No perder nunca los modales por muy enfrentadas que sean las ideas. Controlar el lenguaje no-verbal. Naturalidad sin prisas, pero con el ritmo adecuado, sin dormirse ni adormecer al público.
- Prevenir con antelación los posibles imprevistos. Ensayar las preguntas que puedan hacer.
- Dominar la cuestión tratada. Tener capacidad para contestar todas las preguntas que se formulen.